UN REGALO ESPECIAL
Escrito por Claudia Rodríguez
Escrito por Claudia Rodríguez
Un día
de Abril, desperté por la mañana y recordé que pronto seria mi cumpleaños,
entonces me pregunte: ¿ Qué regalo deseo para esa fecha?....meditando decidí
obsequiarme una hermosa y bulliciosa fiesta de cumpleaños, con mis amistades
más queridas, una deliciosa cena, buen vino y por supuesto música que nos
permita bailar hasta el amanecer, saqué la libreta de direcciones para comenzar
a llamar telefónicamente cuando algo me detuvo, otra reflexión : ¿Qué beneficio
me quedará después de la fiesta?. Bueno, contesté, compartiré con mis amistades,
reiremos pero siento que algo me falta, quizás una buena compra de algo
especial más; ¿Qué es lo que quisiera tener?....
Me di
cuenta que nada era tan imprescindible como para comprar y ser feliz solo por
algo…Mi alma estaba en búsqueda de un presente, sin embargo no escuchaba lo que
realmente anhelaba.
Como
una especie de reacción involuntaria los pasos se dirigieron hacia el jardín, estaba necesitando sentir el cuerpo, el aire. Observando el entorno
natural, la visión de esta materia curiosa, se fijó en un rosal.
Este se
encontraba lleno de hojas, rosas que mediocremente abrieron en colores casi insípidos.
Fue
cuando inmortalicé la memoria aludiendo entonces al trabajo que alguna vez había
realizado en un invernadero, de esta especie de flor. Donde se cuidaban en
forma especial con el fin de ser exportadas, ya sea alegrando alguna amistad,
algún amor o simplemente para bendecir en regocijo un hogar.
Como vi,
el rosal a tan mal traer, cogí unas tijeras iniciando de esa manera la poda. Mientras
tanto, remembraba el proceso que debía
ejecutar para dejar mi rosal vigoroso.
Uno de
esos pensamientos eran en primera instancia sobre la parte científica de la
evolución de una planta, en donde el tallo es quien absorbe todos los minerales
de la tierra llevándola a sus ramificaciones y dentro de estas, se encuentran
las hojas,
Lo cual
mi rosal tenía en demasía conllevando a que la flor en sí no tuviese la
suficiente pigmentación para adquirir un intenso matiz y una textura resistente
en sus pétalos.
Las
espinas eran otro impedimento, con mis tijeras las corté. ¡Total ya era innecesario que tuviese! Era inútil protegerse
de quien se debía confiar.
Sólo
dejé aquellas hojas que permitían entregar una sutil belleza a tan elegante
miembro de la naturaleza.
Me
alegraba de solo pensar que estaba liberando a mi planta de cosas que eran
inservibles para su crecimiento, ahora la estaba llevando a crecer en fortaleza
y plenitud.
Dejé la
vara en armonía, alejándola de todo tipo de enramada, inservible. Le regué y le
ubiqué donde pudiese llegar el sol para entregarle la energía necesaria para su
desarrollo.
Cuando
finalicé, la miré y exclamé desde el alma ¡Bingo! ¡Ese es el regalo que deseo
hacerme!
Comprendí
que yo era un rosal y que lo mismo que había hecho con mi flor debía hacerlo
con mi vida para regenerar mi ser y crecer en brío.
Realmente
me había dado el mejor regalo de mi vida, y no solo para mi cumpleaños sino que
para la eternidad.
Si
deseas ser tú una de esas personas que desean nutrirse de lo que realmente haga evolucionar tu alma saciándola de castos
e intensos colores, propagándote para crear un inmenso jardín en tu interior
pues deja aquellos recuerdos que de nada sirven en tu hoy, aprende de ellos para
fortalecerte y seguir su crecimiento.
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