UNA FUERTE CAIDA UN NUEVO COMIENZO
Escrito por: Claudia Rodríguez
Escrito por: Claudia Rodríguez
Recuerdo una vez
cuando pequeña, estaba recién aprendiendo a patinar. Obviamente las caídas se
hicieron frecuentes, pero una me marcó más que otras.
Hago remembranza de la
situación. Iba de bajada, siempre me gustó arriesgarme y no tenía miedo al
hacerlo. Cuando derepente me doblé el pie y caí fuertemente debido a la
velocidad en la que marchaba.
Me rompí las rodillas
y no cesaba de sangrar, el dolor era fuertísimo, lloraba desconsoladamente, ni
siquera podía pararme.
Me auxiliaron unas personas
que se encontraban cerca. Al llegar a casa apenas, sin fuerzas mi madre se
asustó y lo primero que hizo fue desinfectarme las heridas para luego curarlas.
Con el tiempo, fue
cicatrizando poco a poco, pero yo ya no tomaba los patines, me causaba temor
hacerlo nuevamente. Miraba a mis amigos como se divertían y yo manifestaba sentimientos
encontrados, por un lado disfrutaba verlos, más por otro me apenaba el no poder
jugar junto con ellos, por el temor a caer nuevamente de la misma forma.
Un día mi padre llegó
con manoplas, casco, rodilleras y coderas. ¿Qué es esto? Le pregunté a mi
padre.
Con su sonrisa cálida,
cualidad característica en el, me dice:-
¿Por qué no lo intentas nuevamente? Se lo que te gusta patinar y compartir con
tus amigos. Creo que es hora que vayas intentando rehacer lo que has dejado de
lado.
Sus palabras me
calaron tan hondo que de solo imaginarme arriba de esos juguetes, la sensación
de dolor resurgió. Todavía no padre, no me siento preparada aún.
Bien, me responde,
recalcando que el regalo quedará allí, hasta que tú te sientas preparada.
Solo atiné agradecer.
Unos días después
mirando el presente de mi padre decidí que era hora de recomenzar y pese a que
las marcas de mi cuerpo me hacían retomar aquel dolor vivido, tomé fuerzas de
flaquezas y decidí que mi voluntad de querer hacerlo tenía que ser mayor al
miedo.
Me coloqué toda la
implementación, me puse los patines, en un principio no me atrevía ni a caminar
con ellos, paso a paso fui soltándome y tratando de no cometer el mismo error
anterior.
No me di ni cuenta
cuando ya estaba patinando con cierta soltura, más el miedo todavía seguía
imperando. Entonces me dije esto para aquí y ahora. Di gracias por la
experiencia vivida. Fue cuando me lancé a patinar y hoy puedo decir que he recomenzado a disfrutar nuevamente,
mejor que antes, porque la experiencia anterior me llevó a tomar ciertas
precauciones que me permiten hoy gozar de la sabiduría del levantarse y el
retomar el camino que en algún momento creí perdido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario